Cuantos más productos ultraprocesados se consuman, mayor riesgo existe de padecer enfermedades y trastornos como la hipertensión, diabetes, obesidad y algunos tipos de cáncer.
No nos cansamos de insistir en que en una dieta saludable y equilibrada no deben faltar frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos, aceite de oliva, productos lácteos desnatados o semidesnatados y fuentes de proteínas saludables de origen animal o vegetal. Sabemos qué necesita nuestro cuerpo y qué le sobra a nuestros hábitos. La teoría parecemos dominarla, pero ¿por qué nos gusta tanto lo que nos hace daño?
Empecemos por poner nombres y apellidos a aquellos alimentos que deberíamos desterrar de nuestra dieta, o al menos reducir su consumo para que sean solo ocasionales. Hablamos de los alimentos ultraprocesados.
¿Qué son los alimentos ultraprocesados?
Son aquellos a los que se les ha añadido azúcar, grasas, sal, almidones, etc. para prolongar su vida útil, cambiar su textura, darles sabores más intensos o hacerlos más atractivos. En realidad, se trata de preparados industriales comestibles.

Si nos fijamos en su etiquetado, suelen tener listas muy largas de ingredientes con muy poca materia prima básica (frutas, hortalizas, huevos, leche, pescado, legumbres, cereales y harinas, frutos secos, etc.) y además de los aditivos que hemos mencionado en su descripción, también incluyen antioxidantes, estabilizantes, conservantes, estabilizantes, emulsionantes, aglutinantes, edulcorantes…
Las bebidas azucaradas y energéticas, bollería, galletas y cereales azucarados, chocolates, helados, panes envasados, patatas fritas y similares, margarinas y otras grasas untables, batidos de leche y fruta y de leche y cacao, y otros postres lácteos edulcorados, zumos, salsas y extractos de carne, leches de crecimiento y otros productos especiales para bebés (potitos), platos precocinados, delicias de pollo (nuggets) y similares, hamburguesas y salchichas precocinadas o sopas instantáneas son algunos de ellos. Deliciosos sí, pero insanos.
¿Por qué nos gustan tanto?
Son baratos, cómodos, apetitosos, accesibles y se conservan durante mucho tiempo; nos facilitan la vida, ya que están diseñados para ser productos listos para consumir, precocinados o que solo se deban calentar. Además, nos resultan irresistibles por sus características organolépticas, por su imagen y por todo el marketing que los envuelve.
Son apetecibles a la vista, al olfato y su sabor es intenso. Contienen aditivos que, aunque son seguros, sirven únicamente para potenciar o modificar sus aspectos sensoriales (por ejemplo, caseína lactosa, suero, grasas hidrogenadas, proteínas hidrolizadas, maltodextrina, jarabes y otros edulcorantes, colorantes, saborizantes, antiaglomerantes, emulsionantes, etc.). Muchas de estas sustancias estimulan nuestro apetito de manera intensa y artificial.
Entonces, estos aditivos ¿son adictivos?
Un estudio presentado en el marco de las Sesiones Científicas de 2017 de la Sociedad Americana de Nutrición reveló que existe relación entre lo que consumimos y una serie de variantes genéticas.
La investigadora Silvia Berciano, autora principal de este trabajo, lo explicó así a El Comidista: “la variante en el gen del receptor de oxitocina OXTR está asociada con un mayor consumo de chocolate, la variante en CREB1 se asocia a una mayor ingesta de sodio, potasio y magnesio mientras que la variante en FTO, a un menor consumo de fibra y vegetales. Otras variantes en SLC6A2 se relacionan con una mayor ingesta de grasa total y monoinsaturada. Y la variante en GABRA2 con un mayor consumo de sodio. Por último, el consumo de azúcares añadidos estaría relacionado con la variante en SLC6A5”.
¿Cómo pueden perjudicar nuestra salud?
El consumo de alimentos ultraprocesados se relaciona con una peor calidad de la dieta, puesto que dichos alimentos conllevan una elevada aportación de azúcar, sal, grasas malsanas y otras sustancias y componentes poco recomendables.
Cuantos más productos ultraprocesados se consuman, mayor riesgo existe de padecer enfermedades y trastornos como la hipertensión, diabetes, obesidad y algunos tipos de cáncer.
Un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition concluye que las personas que abusan de los alimentos ultraprocesados tienen un 58% más de probabilidad de morir por una enfermedad cardiovascular y un 26% de riesgo de muerte «por cualquier causa».
Una bebida energética y un producto de bollería le suponen al páncreas unos 200 gramos de azúcar que puede gestionar un día, dos, tres, pero que a la larga y semana tras semana, acaban disparando la insulina, y consecuentemente la acumulación de grasa, derivando en obesidad, colesterol, hipertensión, diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares.
¿El azúcar lo explica todo?
El exceso de azúcar juega un papel muy importante, pero también el propio procesamiento industrial es capaz de inducir modificaciones profundas en la estructura y composición de los nutrientes.
TRUCOS PARA REDUCIR EL CONSUMO DE ULTRAPROCESADOS
La nutricionista Andrea Sorinas aconseja centrarse en consumir alimentos sin etiqueta y sin lista de ingredientes, alimentos frescos de primera necesidad como frutas, verduras, hortalizas, legumbres, frutos secos, semillas, cereales integrales, huevos, carne y pescado frescos. En caso de llevar ingredientes, un truco muy fácil es evitar todo lo que contenga más de tres ingredientes en su etiqueta.
A este respecto, la Agencia de Salud Pública de Cataluña en su guía “Pequeños cambios para vivir mejor” da estas valiosas pautas que desde Comedor Saludable secundamos:
• Evita ofrecer estos alimentos a los recién nacidos y niños pequeños. Están descubriendo los sabores de los alimentos, y es bueno que conozcan los sabores naturales de los alimentos básicos para que en un futuro disfruten con las preparaciones de alimentos frescos y mínimamente procesados.
• Vuelve a la compra de los alimentos básicos, frescos o mínimamente procesados, con listas de ingredientes únicos o bien cortas: fruta fresca, verduras y hortalizas, legumbres, aceite de oliva virgen, frutos secos, pan, patatas, pasta, arroz y otros cereales integrales, pescado, carne blanca, huevos, etc.
• Disfruta con la preparación de los alimentos, recupera las posibilidades gastronómicas de nuestro entorno, innova con las recetas y la cocina actuales.